Cinco enfermedades mentales tienen un origen común, según un último estudio publicado en la revista científica The Lancet.
La investigación concluye que existen trazos similares de ADN en cinco de los trastornos psiquiátricos más comunes a nivel mundial, un resultado que puede potencialmente abrir el camino a nuevos tratamientos o técnicas de prevención. Pero todavía queda un largo camino. Las patologías analizadas han sido el autismo, el trastorno por hiperactividad y déficit de atención, el trastorno bipolar, el trastorno depresivo mayor y la esquizofrenia. Según los autores, esta es la investigación más importante jamás realizada entre genética y enfermedades mentales.
Los científicos esperan que los resultados ofrezcan la oportunidad de clasificar más correctamente los síntomas de estas enfermedades e identificar las causas de una manera más exacta. En lo que coinciden todos, es que “ofrecerán avances en el tratamiento de estos cinco trastornos”. “Lo que hemos identificado es sólo la punta del iceberg. A medida que se hagan más investigaciones se podrían encontrar más genes que se solapen”, ha explicado a The New York Times Jordan Smoller, autor principal y profesor de psiquiatría en la Universidad de Medicina de Harvard.
El resultado tampoco significa que la genética de los trastornos psiquiátricos sea simple. Según los investigadores, los hallazgos muestran que existen cientos de genes implicados en estas enfermedades y que “las variantes descubiertas confieren un pequeño riesgo de padecer uno de estos cinco trastornos”. “Aunque es fundamental haber descubierto que su formación no es un golpe del azar”, ha añadido Steven McCarroll, director de genética del Centro Stanley en Boston.
Investigaciones anteriores habían mostrado cierta relación entre la esquizofrenia, una enfermedad que se caracteriza principalmente por la desconexión con la realidad, y el trastorno bipolar, en el que los pacientes sufren episodios de depresión mayor y extrema euforia. Otro ejemplo es el autismo, que se denominaba hace años esquizofrenia infantil, y no fue hasta la década de los setenta que dicha enfermedad, que comienza en la infancia y se caracteriza por el comportamiento asocial, la falta de emociones y las conductas repetitivas, se diagnosticó como un trastorno único.
El estudio, llevado a cabo por un equipo de científicos internacionales desde 2007, analizó los genomas -mapas genéticos- de más de 60.000 sujetos, 32.000 que sufrían alguna de estas cinco enfermedades mentales y otros 28.000 libres de trastorno. Exactamente, los autores buscaron polimorfismos o diferencias en un único bloque de ADN.
“Fue una gran sorpresa encontrar trazos similares de ADN en estos cinco trastornos”, ha asegurado Smoller. “Aunque estas partes dan todavía muy poca información sobre las similitudes, nos muestran algunas pistas que podemos seguir”, ha añadido el experto. Parte de los genes identificados están relacionados con funciones del canal de calcio, que traducen los mensajes de las células nerviosas en respuestas biológicas.
“Creemos que estos canales son importantes para distintas funciones cerebrales, incluido el procesamiento de información emocional”, ha continuado Smoller. Una de las hipótesis que barajan los investigadores es que se produzca algún tipo de alteración en las primeras fases de las enfermedades -“algo muy básico”-; en algunos circuitos cerebrales que provoquen que las personas sean más susceptibles a padecer estos problemas psiquiátricos. “Aunque debo añadir que es cierto que no todos los sujetos que comparten este material genético van a desarrollar un trastorno de estas características”, ha añadido el experto.
Según Smoller, estas similitudes tan solo representan una pequeña fracción del riesgo de padecer una enfermedad de este tipo, “ya que es necesario que intervengan tanto factores físicos como ambientales”.